Gritemos juntas: nunca más!

Es tarde y no me puedo dormir.

Tomo una copa de vino mientras mis hijos cuentan jugadas que se extrañan. Relatan fútbol de otro tiempo y dejan la vida en cada gol… En mi cabeza sigue la imagen de Lucila Trujillo.

Esa Luli que alzó la voz de todas las que alguna vez nos sentimos oprimidas y no pudimos gritar. Ella se plantó. No permitió el hostigamiento, la violencia ni en el machismo que brotaban en el fiscal Santiago Terán.
Todas alguna vez fuimos, quisimos o soñamos con ser Luli. Nos plantamos ante los abusos, nos enfrentamos al machismo, nos la bancamos solas -como se dice en el barrio- sin el hombre del que nos hicieron creer que dependíamos para alcanzar ser una “mujer completa”.
Luli no necesitó ser protegida por nadie. Se plantó sola y dejó en claro: “Acá estoy yo, con mis argumentos, mi lógica, mi inteligencia y mi ser”.
Nos enseñaron a callar, a someternos, a depender. Logramos construir otra identidad, la nuestra. Estoy convencida que la única, verdadera y útil lucha es a través de las transformaciones políticas. Lo que propone el fiscal Terán, “mujeres armadas para evitar la violencia de género”, es de una ignorancia supina.

De acuerdo a un informe del Observatorio de las Violencias de Género “Ahora Que Sí Nos Ven”, se produjeron 178 femicidios en lo que va del año. Una mujer es asesinada cada 29 horas.
No quiero ver más a miles de madres e hijas con remeras blancas que llevan estampadas los rostros de las mujeres asesinadas. Abrazadas, unidas desde el dolor para intentar salir del lugar en el que están: la injusticia.
Al ver a mi compañera, cercada y acorralada, y la entereza con la que se plantó se vienen a mi cabeza las imágenes de esas mujeres que no lograron y no saben de qué agarrarse para ser una Luli y gritar nunca más.

Por esas mujeres tenemos que seguir luchando. Por esas mujeres, víctimas de violencia y maltrato debemos transformar el mundo. Desde el lugar que se pueda, las que podemos, las que gozamos de un estado de bienestar, tenemos que seguir abrazándonos.
La justicia patriarcal debe cambiar su enfoque. El Estado debe fiscalizar la capacitación sobre femicidios a los jueces, fiscales y defensores judiciales. Se debe excluir del sistema judicial a fiscales como Santiago Terán que tienen al maltrato y misoginia como bandera. E inevitablemente debe haber más mujeres en los lugares donde, verdaderamente, se pueden realizar las transformaciones profundas.
Mientras mis hijos gritan goles, pienso en cada paso que doy donde intento no replicar en la educación de mis niños mandatos que seguro, alguna vez, me atravesaron.

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